viernes, 10 de octubre de 2008

Cuando Peter tuvo miedo por primera vez

Y entonces una noche se produjo la tragedia. Era primavera y ya se había acabado el cuento por esa noche y Jane ya estaba dormida en su cama. Wendy estaba sentada en el suelo, muy cerca del fuego, para poder ver mientras zurcía, pues no había ninguna otra luz en el cuarto, y mientras zurcía oyó un graznido. Entonces la ventana se abrió de un soplo como en otros tiempos y Peter se posó en el suelo.

Estaba exactamente igual que siempre y Wendy vio al momento que todavía conservaba todos sus dientes de leche. Él era un niño y ella era una persona mayor. Se acurrucó junto al fuego sin atreverse a hacer ningún movimiento, impotente y culpable, una mujer adulta.

-Hola, Wendy -dijo él, sin notar ninguna diferencia, pues estaba pensando sobre todo en sí mismo y a la escasa luz su vestido blanco podría haber sido el camisón con que la había visto por primera vez.
-Hola, Peter -replicó ella débilmente, encogiéndose todo lo posible. Algo en su interior clamaba: «Mujer, mujer, suéltame.»

(...)

-Peter -dijo, vacilando-, ¿estás esperando que me vaya volando contigo?.
-Claro, por eso he venido.
Añadió con cierta severidad:
-¿Has olvidado que hay que hacer la limpieza de la primavera?
Ella sabía que era inútil decirle que se había saltado muchas limpiezas de primavera.
-No puedo ir -dijo en tono de excusa-. Se me ha olvidado cómo volar.
-No tardo nada en volver a enseñarte.
-Oh, Peter, no malgastes el polvillo de las hadas en mí.
Se había levantado, y por fin lo asaltó un temor.
-¿Qué pasa? -exclamó encogiéndose.
-Voy a encender la luz -dijo ella-, y entonces lo verás.

Casi por única vez en su vida, que yo sepa, Peter se sintió asustado.

-No enciendas la luz -gritó.

(...)

Luego encendió la luz y Peter lo vio. Soltó un grito de dolor y cuando aquel ser alto y hermoso se inclinó para cogerlo en brazos se apartó rápidamente.

-¿Qué pasa? -volvió a exclamar.
Ella tuvo que decírselo.
-Soy mayor, Peter. Tengo mucho más de veinte años. Crecí hace mucho tiempo.
-¡Prometiste que no lo harías!
-No pude evitarlo. Soy una mujer casada, Peter.
-No, no es cierto.
-Sí y esa niña de la cama es mi hija.


¿Y tú, qué? ¿Has podido evitarlo, o también has crecido? ¿Qué pasará si alguien enciende la luz?


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